Chomsky lo advierte con claridad: la forma más eficaz de restringir la democracia no es prohibir el debate, sino trasladar decisiones clave a espacios opacos e irresponsables.
1. La información como distracción
Estamos inmersos en una era informativa dominada por escándalos políticos, violencia extrema y colapsos en servicios públicos. Sin embargo, cada controversia es reemplazada con tal rapidez que la opinión pública queda fragmentada, sin claridad sobre lo esencial.
La abundancia de medias verdades y noticias superficiales genera una suerte de desinformación colectiva: estamos saturados de datos, pero carecemos de comprensión.
La agenda pública se ve infestada de temas vacíos que distraen y rara vez motivan un análisis real.
2. El control centralizado y la desconexión social
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