No es la primera vez, ni muy probablemente será la última, que desde el Gobierno se achacan al calentamiento global tragedias medioambientales que ni son nuevas ni han cambiado sensiblemente de forma. Sucedió con la Dana en Valencia, lo que antes se conocía popularmente como «gota fría», término ahora asociado, por lo visto, a posiciones negacionistas, y se ha repetido con la oleada de incendios de estas semanas. Por supuesto, detrás de las referencias climáticas, comodín de políticos poco eficientes, se ocultan carencias y deficiencias en la gestión pública. En el caso valenciano, con el barranco del Poyo, no se habían acometido las obras hidráulicas previstas para minimizar avenidas, ya que la izquierda nacionalista anteriormente gobernante desestimó el proyecto de ingeniería por razones
No es el cambio del clima, falta prevención

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