Ahora que parte del norte y el oeste de la Península se han convertido en una tea ardiente, recuerdo eventos apocalípticos similares hace años en Galicia en los que señalaba con el dedo acusador a la gran masa de eucaliptos plantados allí, en sustitución de las especies autóctonas. Hay mil causas detrás de los incendios y creo que ninguna de ellas obedece a eso que llaman cambio climático, aunque resulte más fácil explicarlo así y, de paso, hacernos sentir culpables. Probablemente la nefasta relación de Europa con España tenga también algo que ver. Porque desde que Felipe González nos metió en el selecto club de la UE por la puerta de atrás, se cargaron la minería, la pesca, la industria pesada, la agricultura y ahora van a por lo poco que queda de la ganadería. Nos quieren para playas, co

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