Más de la mitad de los niños menores de 18 años en todo mundo siguen experimentando castigos corporales anualmente. Esa es la principal conclusión de un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que, sin duda alguna, impacta, sobre todo en la medida en que los correctivos que impliquen agresión física o sicológica a los niños, niñas y adolescentes ya están proscritos en decenas de países e incluso son delito.

Sin importar el escenario en donde se produzca, ya sea en la casa, entornos educativos o espacios públicos en general, o quiénes son los perpetradores (padres, docentes, cuidadores o adultos en cualquier circunstancia), el castigo físico tiene graves efectos en los menores, que van desde lesiones corporales hasta el riesgo de ansiedad, depresión o la afectación al desarrol

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