Era perfectamente obvio que Nicaragua no extraditaría a Colombia a una de las cabezas más visibles del desfalco de la Ungrd, es decir, Carlos Ramón González. Mejor dicho, la mismísima figura estelar que, como ex M-19 y vocero petrista de la Alianza Verde, fungía de secretario general de la Presidencia (Dapre). Esto justo en el momento en que se habría adelantado el gigantesco concierto delictual que, según las indagaciones y diferentes líneas acusatorias de la Corte Suprema de Justicia y la Fiscalía, amenaza con comprometer, en definitiva, a los más altos niveles del gobierno actual y que por la época prosperaba de segundo a bordo en la Casa de Nariño, nada menos que a pocos metros del despacho del jefe de Estado.

Que González quede exento de extradición no implica, ciertamente, ningún gi

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