Resulta imposible naturalizar lo que sucedió el miércoles a la noche en la cancha de Independiente . Se lo puede calificar como barbarie, atrocidad, vandalismo, salvajismo, tragedia. Se pueden seguir buscando términos en los diccionarios para intentar ilustrar las escenas. Pero ninguno alcanzará para describir con precisión lo que pasó. No tiene nombre. Ni la ficción hardcore se atrevería a tanto. Fue una situación de anomia en su máxima expresión.

Por eso, más allá de las groseras fallas en el operativo de seguridad -con errores escandalosos e infantiles a nivel prevención- y de la pasmosa pasividad de las fuerzas policiales, lo que no se puede comprender es por qué los ultras de Universidad de Chile y la barra de Independiente actuaron como bárbaros.

Tal vez porque fueron actos pro

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