Llevo décadas cubriendo gobiernos y no encuentro un caso de corrupción simbólicamente comparable a la denuncia del propio abogado de Javier Milei sobre su hermana –500 a 800 mil dólares mensuales de coimas de laboratorios– que incrimine también al Presidente por encubrimiento.

Ni el Yomagate en los años de Carlos Menem, ni Lázaro Báez con Néstor Kirchner tuvieron este grado de promiscuidad familiar y cercanía de los actores con cargos públicos: la hermana, que es secretaria de la Presidencia con rango ministerial; el abogado del presidente, titular de la Agencia Nacional de Discapacidad; y la familia del presidente de la Cámara de Diputados, además de él mismo.

A lo rudimentario del entorno de Milei, la tecnología al servicio de espías aportó lo suyo: que haya quedado grabada la voz del

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