Equipo forense inspecciona la zona del atentado cerca de la base aérea en Cali. Fotografías: Reuters / Oswaldo Paez

Veintiún años después de que el país creyera haber sepultado una de sus formas más brutales de violencia, Colombia volvió a escuchar el rugido de un carro bomba. Volvió a ver el humo denso cubriendo barrios enteros. Volvió a contar los muertos.

Como lo estableció Monterroso, cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.

Este 21 de agosto, casi al mismo tiempo, un camión cargado de explosivos estalló en Cali , mientras un helicóptero policial era derribado en Amalfi, Antioquia, en un ataque coordinado que dejó al menos 20 muertos y más de 70 heridos. Las autoridades no tardaron en atribuir ambos hechos a las disidencias de las FARC . Lo que alguna vez pareci

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