En la Inglaterra de los años 70 y 80, los estadios de fútbol eran mucho más que simples recintos deportivos; se habían convertido en zonas de conflicto, donde la violencia entre hinchas se vivía casi como una extensión del propio juego. Los enfrentamientos entre barras y los disturbios que estallaban con frecuencia oscurecían la experiencia del hincha común, convirtiendo el fútbol inglés en un espectáculo impredecible y peligroso.
La situación llegó a su punto más crítico cuando, tras una serie de tragedias, el gobierno británico decidió actuar de manera drástica. El Informe Taylor de 1990 no solo impulsó la erradicación del hooliganismo (que en Latinoamérica podría traducirse en barras bravas) , sino que transformó la estructura social y económica del fútbol en el Re