Redacción LTH
Kilmar Abrego García salió el viernes 22 de agosto de la cárcel del Condado de Putnam, en Tennessee, vistiendo camisa blanca, pantalones negros y la expresión de un hombre que ha atravesado una Odisea, a través de fronteras, prisiones y tribunales, para volver a reunirse con su familia.
El inmigrante salvadoreño, padre y esposo, no pronunció palabra al salir. No era necesario. Por primera vez desde marzo, dormiría bajo el mismo techo que sus hijos, aunque ahora con arresto domiciliario y un brazalete electrónico.
Una deportación que violó órdenes judiciales
Abrego García, como se recuerda, tenía una orden judicial que lo protegía de la deportación a El Salvador, pero el régimen de Trump lo envió de todas formas, directamente a la prisión del CECOT, donde asegura que fue g