La vida cotidiana en varias comunidades de Estados Unidos está sufriendo cambios drásticos debido a la intensificación de la ofensiva inmigratoria del presidente Donald Trump. Una madre en Texas expresa su preocupación por la seguridad al caminar con sus hijos a la escuela, mientras que en un centro comercial de Georgia, una vendedora de joyas, María López, observa con tristeza cómo la clientela ha desaparecido. "Es como si un día todos se hubieran esfumado de repente", comenta.

Las autoridades han prometido llevar a cabo la mayor operación de deportación en la historia, lo que ha generado un clima de miedo y desconfianza. En un huerto de cerezas en Oregón, las bayas se están pudriendo sin ser recogidas, reflejando el impacto de la situación en la economía local. Con un aumento en las detenciones y arrestos, muchas familias inmigrantes están desapareciendo en las sombras, sin que se emitan comunicados de prensa sobre su situación.

Lupita Batres, quien solía ver a jóvenes prepararse para sus fiestas de quince años en Plaza Fiesta, un centro comercial en las afueras de Atlanta, señala que la clientela ha disminuido drásticamente. "No he escuchado que nadie haga fiestas, quinceañeras o bodas en este momento", dice. La atmósfera en el centro comercial, que antes vibraba de vida, ahora es inquietante y silenciosa.

María López, quien ha trabajado en una joyería durante 14 años, también ha notado el cambio. "La gente tiene miedo de ser arrestada solo por estar en la calle", afirma. En el negocio de diseño gráfico de Iván Marín, los pedidos de invitaciones para fiestas han disminuido. "Todo ha cambiado. Ahora la gente no viaja. Las fiestas en casa están muy restringidas", comenta.

La situación ha llevado a algunos a tomar decisiones drásticas. Una mujer indocumentada, también llamada López, decidió regresar a El Salvador después de sufrir un ataque de ansiedad. "Me siento tan feliz de irme. Una vida con miedo no es vida", expresa. El padre Vidal Rivas, de la Iglesia Episcopal de San Mateo en Hyattsville, ha notado una disminución en la asistencia a los servicios. Atribuye parte de esto a la preocupación por las redadas migratorias, lo que ha llevado a varias familias a considerar dejar el país.

Rivas intenta tranquilizar a su congregación, pero también se preocupa por la crisis económica que podría enfrentar la iglesia si muchos miembros deciden irse. La situación actual refleja un cambio profundo en la vida de las comunidades inmigrantes en Estados Unidos, donde el miedo y la incertidumbre están afectando tanto la vida cotidiana como la economía local.