Hace once días, Israel asesinó a un periodista ganador del Premio Pulitzer, un joven que de repente se había convertido en el rostro y la voz del pueblo desesperado de su tierra natal, Gaza.
En conmovedores reportajes en Al Jazeera y sus redes sociales, el periodista Anas al-Sharif documentó el implacable ataque israelí contra la población civil, desmoronándose ante la cámara mientras informaba sobre la creciente hambruna. Tenía 28 años, estaba casado y era padre de dos niños pequeños. Él, cuatro de sus colegas de Al Jazeera y al menos un periodista independiente murieron en un ataque aéreo israelí contra una carpa de prensa frente a un hospital en la ciudad de Gaza.
El ejército israelí no intentó ocultar este descarado ataque contra civiles, que constituye un crimen de guerra. En cambio