El abogado golpista Juan Luis Trescastro estuvo por un tiempo de bar en bar, vociferando: “Yo mismo le he metido dos tiros por el culo por maricón”. Esa es solo una de las tantas pistas que han seguido los más empecinados investigadores, como el irlandés Ian Gibson, para entender el injustificable asesinato del poeta granadino Federico García Lorca en 1936, apenas un mes después de iniciarse las hostilidades de la Guerra Civil Española.

Sus preferencias sexuales fueron una excusa, en una tierra sumergida en el ambiente machista de la provincia rural. Sin embargo, la más marcada razón fue su condición de “rojo”, que era la manera en que el bando nacionalista encabezado por el general golpista Francisco Franco señalaba a sus enemigos, todo lo que tuviera relación con el gobierno de la Repúb

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