Cartas al director
Es verdad que somos humanos y que nuestras limitaciones nos condenan a veces a acceder a la intimidad de inocentes para poder descubrir delincuentes, un alto precio que la sociedad ha asumido pagar a cambio de su seguridad, pero también lo es que para filtrar esas intimidades que aporten algo y destruir las que no aporten nada el sistema nos permite realizar el pago a las fuerzas del orden y a los jueces y no en la plaza del pueblo. Porque la grandeza de la justicia está en condenar al delincuente, no en arrastrarlo por la plaza del pueblo para que su hijo comparta su condena.