Mientras medio mundo sigue obsesionado con los chatbots de IA generativa que escriben textos y hacen imágenes y videos impresionantes en pocos minutos, la verdadera revolución de la inteligencia artificial también está ocurriendo en lado: en las industrias duras. Claro que no se ve ni tiene tanta prensa, pero ya cambió la forma en que se fabrican los metales, se siembran campos, se hacen diagnósticos médicos y medicamentos o se controlan máquinas industriales en tiempo real. La IA ya se integró —silenciosamente— en el corazón de muchas industrias. Y no es una promesa: es un negocio. Hay empresas que ahorran millones de dólares, operarios que trabajan más seguros, cosechas más eficientes, procesos más acelerados y hospitales que detectan antes una enfermedad. Esto sucede en Corea del Sur, B
La IA invisible o el músculo oculto de las grandes industrias

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