"Cuando rompía el silencio, el eco de la madera, de aquellos bolos tan recios". Con esa estrofa, el cantautor montañés Nando Agüeros afinaba las cuerdas vocales de cara a su concierto del 15 de agosto en Maraña, a apenas unos metros de la bolera municipal, mientras el sol languidecía y comenzaba a mirar humillado desde abajo a los majestuosos picos del Mampodre. Tradición inveterada, un año más la bola cacha rodaba por el castro, cuidado con esmero, y reunía en la localidad del alto Esla a jugadores y aficionados llegados desde diversos puntos de la provincia, ávidos de disfrutar de los 'ahorcados', las bolas 'altas y pingonas', y de estéticos birles. Aunque con el sabor añejo de siempre, no todo era igual en esta ocasión. Un halo de humo se extendía por el horizonte al mismo tiempo que la
El eco de la madera resonó con pesar en Maraña

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