El drama histórico protagonizado por Ryan O’Neal y Marisa Berenson se reestrena 50 años después de un lanzamiento tan tormentoso como su rodaje.
A principios de los setenta, Stanley Kubrick tenía Hollywood a sus pies. Había encadenado tres trabajos de gran relevancia: Teléfono rojo, volamos hacia Moscú, 2001: Una odisea del espacio y La naranja mecánica . Sus obras, no exentas de polémica, habían impresionado a crítica y público. Era un autor diferente, una voz propia capaz de generar interés solo con su nombre, y Warner Bros. se frotaba las manos pensando en su siguiente proyecto que, como era habitual por su rechazo a la prensa, se mantenía en secreto.
Kubrick se había planteado contar la historia de Napoleón, pero el fracaso de Waterloo, producida por Dino De Laurentiis y prot