En la isla de San Andrés , donde la cuarta barrera coralina más grande del planeta lucha por sobrevivir, el vidrio se ha convertido en esperanza medioambiental . Durante años, las botellas vacías terminaban en un relleno sanitario donde eran nada más que basura , un problema que se agravaba en un territorio turístico cuyo consumo depende en gran parte de bebidas envasadas. Ahora, ese mismo residuo es triturado, convertido en arena de sílice y mezclado con cemento —forman unas “galletas”— para dar vida a estructuras que sirven de base a nuevos fragmentos de coral. La iniciativa se llama Un arrecife de vida , y es liderada por la empresa antioqueña Dislicores, que acaba de recibir el Premio ODS 2025 en la categoría empresarial, un reconocimiento entregado por Pacto Glob
El arte de sembrar corales: premian a Dislicores por convertir vidrio en vida marina

139