Con la inflación en baja pero la actividad resentida, el Gobierno enfrenta un dilema: cómo sostener la calma de precios sin asfixiar el crédito, la producción y el poder adquisitivo que impacta de lleno en el consumo.

La economía argentina transita una etapa de transición. Tras meses de fuerte ajuste fiscal y monetario, la inflación muestra niveles muy inferiores a los de 2024. Sin embargo, el costo de esa estabilización ya se siente en la economía real: consumo deprimido, crédito en retroceso, aumento de la morosidad, caída industrial y salarios que pierden poder de compra. Todo esto agravado por la volatilidad de las tasas de interés desde el 10 de julio, cuando el Gobierno decidió eliminar las Lefi (letras fiscales de liquidez del Tesoro).

En esta misma columna, el 27 de octubre de 20

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