El grito hondo y desgarrador de su hijo alertó a Ana Cristina Sáenz Gómez: “Mamá, no veo nada, ya no te voy a volver a ver nunca”, dijo su hijo Carlos Daniel Rodríguez de 16 años, cuando le explotó en el rostro un proyecto de laboratorio de fundición de aluminio, encargado por el Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos del estado de Chihuahua.
Sin saber qué hacer en ese momento, Ana Cristina llevó a su hijo de 16 años, estudiante de la preparatoria técnica de ese un organismo público descentralizado del gobierno de Chihuahua, al médico del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y su diagnóstico fue demoledor: “Tiene los ojos fulmina-dos, no tiene esperanza”.
“¿Cómo le explicas a tu hijo que no va a volver a ver? Le dije al doctor: ‘le dono mis ojos’”, dice llorando Ana Cristi