El Espanyol no sabía si sonreír o suspirar después de otro partido emocionante, de dos caras, con una primera parte en la que desnudó las carencias de la Real Sociedad (0-2) y un segundo tiempo en el que dio gracias a cualquier santo por llevarse un punto de Donosti (2-2). Pero, de buen seguro, cuando las pulsaciones desciendan y emprendan el viaje de vuelta a Barcelona , una insatisfacción sana se apoderará de ellos. Porque este Espanyol va en serio. Se cargó al Atlético y estuvo cerca de dejar en la cuneta a la Real. Dos equipos Champions el curso anterior. A los pericos les ha salido una piel de acero.
El papel de los entrenadores fue determinante. En la cabeza de Manolo González el partido eran dos campos minados y un páramo de 60 metros para correr y correr, donde podían da