La eurodiputada y miembro de la dirección de Ayuso accede al núcleo de poder del PP para definir la “identidad” de su partido con un discurso “sin complejos” ante el empuje de Vox

Siete años de vueltas del PP con Vox y Abascal ya acecha en valoración a Feijóo

Es la primera becaria de Faes que llega a la dirección nacional del Partido Popular, según se pudo escuchar en la clausura del XXI Congreso Nacional celebrado en julio y del que salió como vicesecretaria de Coordinación Sectorial de la dirección de Alberto Núñez Feijóo. Alma Ezcurra (Madrid, 1986) tiene la tarea de definir el programa del PP para el inminente ciclo electoral. Autodenominada “liberal” y criada casi en exclusiva en el PP de Madrid, es partidaria de dar la “batalla cultural” y de enarbolar un discurso “sin complejos” para competir con Vox.

“A Alma se le entiende cuando habla”, dijo Feijóo cuando anunció su entrada en su dirección. Aunque orgánicamente no lo es, el líder del PP se la ha colocado muy cerca en las fotografías oficiales que remite su equipo de prensa, casi al nivel del todopoderoso secretario general, Miguel Tellado. Este a la derecha, ella a la izquierda.

El relevo de Cuca Gamarra rebajó la cuota femenina con poder en el PP, algo que no pocos dirigentes ya sostenían en los días previos al congreso de julio, cuando el ascenso de Tellado, que acaparó nuevas funciones, se daba ya por hecho. Pero hay otro motivo: Feijóo ha puesto al partido en modo electoral, y Ezcurra cuenta con su confianza para alinear programáticamente a todo el partido. Por el camino, se ha caído además, Noelia Núñez, una de las dirigentes en alza en la organización hasta que dimitió de todos sus cargos cuando se conoció que había falseado su currículum.

En 2026 está previsto el arranque de un nuevo ciclo electoral que repartirá todo el poder del país en poco más de un año, y en la dirección del PP creen que uno de sus principales problemas, el ascenso de Vox, tiene que ver con dificultades para que su mensaje llegue a determinados grupos, como los jóvenes.

Ezcurra se ha marcado expresamente el objetivo de intentar atraer a las nuevas generaciones de derechas donde el partido de Abascal es el preferido de los votantes. De hecho, ya se enfrentó a este reto en 2015 y 2016, cuando participó en el equipo que, liderado por Jorge Moragas, preparó ambas elecciones generales.

El jefe de Gabinete de Mariano Rajoy aseguró en las últimas semanas a Servimedia que “su elección demuestra que Feijóo es inteligente y sabe identificar el talento, la cabeza y el trabajo político puro y real”. Moragas la conoce bien, ya que la fichó para el equipo que montó en la Moncloa durante los gobiernos de Rajoy.

“Ella ha crecido en las sombras, donde se construyen los fundamentos serios de la política: los papeles, los programas y las ideas”, explicó Jorge Moragas en una conversación con Servimedia.

La trayectoria de Ezcurra está ligada desde su juventud al PP y a los puestos de asesoría política. Licenciada en Derecho por la Universidad Autónoma de Madrid en 2008 y con un máster en Derecho Empresarial en el Centro de Estudios Garrigues culminado en 2009, antes del Plan Bolonia, pasó levemente por un despacho de abogados para recalar en 2010 en la fundación Faes que preside José María Aznar.

Año y medio después saltó a su primer gabinete, el de la entonces alcaldesa de Madrid, Ana Botella. No estuvo mucho, apenas unos meses. La fichó Javier Lasquetty para la Consejería de Sanidad que, bajo la presidencia de Esperanza Aguirre, lanzó un gran proceso privatizador del sistema público que no pudo culminar tras ser arrasado por la Marea Blanca.

Era 2012 y la crisis económica golpeaba con extrema dureza a los españoles, que se manifestaban continuamente para reclamar una salida diferente a un ‘crack’ del que el país no ha terminado nunca de recuperarse.

Fue cuando Moragas la contrató como asesora, puesto que desarrolló desde 2014 hasta la moción de censura que terminó con el Gobierno de Rajoy y la entrada de Pedro Sánchez en la Moncloa. En 2018 se integró en el equipo de la entonces presidenta del Congreso, Ana Pastor, y, cuando dejó de serlo, en el grupo parlamentario del PP.

Tras otro paso fugaz por la empresa privada como directora de la consultora Lasker, Isabel Díaz Ayuso la fichó para la lista electoral de las autonómicas de mayo de 2023. Logró un asiento de diputada en la Asamblea, pero ya estaba en la órbita de Feijóo, que en marzo de ese año la fichó para la fundación del PP: Reformismo 21.

Ezcurra es la ‘número dos’ del laboratorio ideológico del partido y ha sido la principal responsable de la ponencia política que se aprobó en el reciente congreso del PP y que firma junto a los presidentes de Andalucía y Castilla y León, Juan Manuel Moreno y Alfonso Fernández Mañueco, así como con la alcaldesa de Zaragoza, Natalia Chueca.

El documento no aborda los asuntos más peliagudos para el PP: ni aborto, ni eutanasia ni gestación subrogada, aunque reserva a la natalidad “un lugar central en la agenda política”. También fija la “familia” como “base de la sociedad” y plantea que los jóvenes “empiecen a trabajar cuanto antes” y que las mujeres congelen óvulos para ser madres más tarde.

La vicesecretaría de Coordinación Sectorial, inédita hasta ahora, no es su único cargo orgánico: Ayuso la integró en 2023 en su ejecutiva como secretaria de Madrileños en el Exterior, cargo que, según la web del PP de Madrid, todavía mantiene.

En el partido aseguran que es una trabajadora incansable y que su labor gusta a sus jefes. Debe de ser verdad porque Feijóo la sacó de la Asamblea de Madrid para promocionarla como número 3 de la lista del PP al Parlamento Europeo en 2024.

En esa campaña salió definitivamente del anonimato que siempre acompaña a los ‘gabineteros’. Y lo hizo a lo grande. Durante un acto de campaña en Madrid, acompañada de Ayuso y de Feijóo, llamó “perros” a los miembros del Gobierno de Sánchez y lamentó que los independentistas anden “vivitos y coleando” por la calle.

Aunque no fue su primer discurso viral, sí fue el primero que saltó de las redes a los medios de comunicación. Lejos de rectificar o de lastrar su carrera es precisamente esa forma de hablar la que la ha catapultado a uno de los puestos más relevantes en la actual dirección del PP.

En una intervención previa en la Asamblea de Madrid de las más aplaudidas por los suyos, Ezcurra negó que el PP sea “racista”. Lo decía mientras su jefe de filas vinculaba directamente inmigración con delincuencia. Ella misma ha lamentado este verano, ya como dirigente nacional, que se considere “progresista una política que abandona a sus ciudadanos. Es lo que hemos visto en Torre Pacheco, en Canarias. Son el eslabón principal de una cadena de protección y muerte”.

Ezcurra ha dicho que las personas migrantes llegan “atraídas” por las políticas de izquierdas y que “millones de españoles no se sienten seguros en sus calles ni en sus casas”.

Por supuesto, ha sido una más en la claque que jaleó el “hijo de puta” transformado en “me gusta la fruta” que Ayuso espetó a Pedro Sánchez desde la tribuna de invitados del Congreso.

“Centro reformismo”

Pese a esos discursos, Moragas define a Ezcurra como una voz del “centro reformismo”, según dijo a Servimedia tras su nombramiento. Ella se ha catalogado a sí misma como “liberal” en las múltiples entrevistas que ha concedido a algunos medios en las últimas semanas.

Ezcurra tiene como principal objetivo declarado el de dirigirse a los “jóvenes que dicen que no creen en la democracia”, en sus propias palabras. “Lo creen por razones legítimas, sienten que el sistema les ha fallado”, aseguró en un acto también de la campaña del PP en 2024. “Han hecho todo lo que les hemos pedido y solo tienen una certeza, van a vivir peor que sus padres”, lamentó, para arremeter contra “los bonos y las paguitas” que, dijo, el Gobierno les da “para irse de vacaciones” como si fueran “borregos y súbditos”.

En una entrevista en ‘El Mundo’, Ezcurra dijo: “Tengo la sensación de llevar todos estos últimos años explicando lo que no soy, desmontando lo que la izquierda o los nacionalismos, los populismos a un lado y a otro, han dicho de nosotros. Explicando que no soy facha por defender la unidad de España; que pedir una inmigración legal, segura y ordenada no me convierte en racista; que criticar las políticas climáticas galopantes de la UE no me convierte en negacionista; o que rechazar una cacería contra el hombre no me convierte en machista”.