CIUDAD DE MÉXICO (AP).— Hace 60 años, los vecinos de Xochimilco, al sur de Ciudad de México, podían agarrar ajolotes con la mano. Ahora ver en libertad a este peculiar anfibio que parece una mezcla de salamandra y dragón es casi imposible, pero los científicos les siguen la pista a través de su ADN.

Académicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) han encontrado su rastro genético en esta alcaldía capitalina formada por canales y balsas de tierra llamadas chinampas —en algunas de las cuales todavía se sigue cultivando a la usanza prehispánica — y eso demuestra que sigue habiendo ajolotes en vida silvestre, aunque su situación es crítica.

Usaron una técnica que ayudará a la actualización del censo de estos anfibios que desde 2019 están en la Lista Roja de Especies Amenazada

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