La operación incluye destructores de misiles guiados, un grupo anfibio con unos 4,500 marines, aeronaves de vigilancia y un submarino nuclear. Es el movimiento militar más grande en la zona desde la invasión a Panamá en 1989.
La Casa Blanca aseguró que la misión busca enfrentar a cárteles del narcotráfico señalados como organizaciones terroristas, entre ellos el Cartel de los Soles y el Tren de Aragua. Como parte de la ofensiva política, Washington duplicó la recompensa por Nicolás Maduro, fijándola en 50 millones de dólares.
El gobierno venezolano rechazó la medida, acusando a Estados Unidos de preparar un “cambio de régimen”. En respuesta, Nicolás Maduro ordenó activar entre 4 y 4.5 millones de milicianos para reforzar a las fuerzas armadas.
Analistas internacionales consideran que no