En las sociedades democráticas, donde se cuentan los votos y se respeta el resultado de los mismos, donde no hay posibilidad de construir mayorías falsas y tramposas, los electores deciden quién es el Presidente, el primer ministro y los legisladores.

Eso es, por ejemplo, lo que acabamos de ver en Bolivia y nunca vamos a ver, mientras permanezcan como dictaduras, en Venezuela y Nicaragua. En Venezuela, en la última elección el candidato de la oposición ganó la Presidencia con dos a uno de los votos, pero el dictador Nicolás Maduro no aceptó lo que decidieron los electores y, una vez más, se impuso.

En la última elección presidencial en Nicaragua, las encuestas señalaban que cualquiera de los siete candidatos de la oposición ganaba la elección, pero la pareja de dictadores Ortega y Murill

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