Por Bernardo Saravia Frías

El sistema político argentino está atravesado por una entropía de tal magnitud, que nos hemos acostumbrado a un estado de desorden constante, que bordea la anarquía. Más que una novedad, es el síntoma de una sociedad enferma desde hace tiempo: sirva de botón de muestra del frágil sistema de alianzas que ha proliferado en el país para las próximas elecciones, sumado a la catadura de mucho de los candidatos.

La Argentina ha probado la tangente de los extremos con demasiada frecuencia, y la verdad que no nos ha ido bien de la mano de ideas meteóricas; los fanatismos empalagan. Vale la pena esbozar una solución institucional, abrazando un principio intrínsecamente liberal: es mejor un sistema con muchas instituciones y pocas leyes, que la inversa, propio de los reg

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