La llegada al poder del gobierno de Javier Milei fue impulsada por un grito de hartazgo. Un hartazgo con la corrupción, el clientelismo y la ineficiencia de décadas de gobiernos que no supieron, no quisieron dar respuestas a las necesidades más básicas de la población. La gente eligió un cambio radical, un ajuste severo, con la esperanza de que el sacrificio de hoy se traduzca en una prosperidad genuina y sostenible mañana.

Sin embargo, en el camino hacia esa prometida prosperidad, ¿quién paga realmente el precio del ajuste? La política pública actual, que recorta drásticamente el presupuesto de áreas vitales, parece estar igualando hacia abajo, profundizando las penurias de los sectores más vulnerables.

Cuando observamos la situación de los jubilados, nos encontramos con una cruda reali

See Full Page