En el reordenamiento geopolítico actual, los hilos de poder parecen tejer una nueva y compleja trama.

La reciente presión ejercida por la Casa Blanca sobre Venezuela no es un acto aislado, sino que emerge como una ficha estratégica tras la cumbre entre Putin y Trump en Alaska. Este movimiento audaz sugiere un resurgimiento de la Doctrina Monroe, que busca reafirmar su influencia tradicional en América Latina, mientras que, al mismo tiempo, Rusia concentra su atención en Europa, delimitando su esfera de influencia hasta los confines del Intermarium.

El pulso de la historia nos muestra cómo los bloques regionales están volviendo a configurar sus alianzas, recuperando diseños previos a la era neoliberal.

Esta dinámica propicia una nueva forma de intervencionismo, forzando a los gobiernos d

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