Hace siete años México inició una era de imparable descomposición, basada en el engaño, la ilegalidad y la traición a los ciudadanos.
Con la esperanza rota, transformada en decepción y en muchos casos en tragedia, los mexicanos somos testigos de la violación sistemática de la legalidad y del enriquecimiento inexplicable de funcionarios: somos observadores amordazados y amenazados, siempre víctimas de los abusos de un poder agigantado inconstitucionalmente.
El quebrantamiento de las instituciones y su destrucción, la desaparición de órganos autónomos formados e impulsados por la Ciudadanía, tiene un propósito fundamental: desmembrar a la República, para dar lugar a la tiranía, al reinado del terror, implacable y absoluto, casi una monarquía donde los vasallos son sometidos en beneficio de