Antes de que el sol comience a calentar la arena en las playas de Torrox (Málaga), y como ocurre a lo largo de toda la costa española, ya hay sombrillas plantadas en primera línea, toallas extendidas sin dueño y sillas vacías mirando al mar. Algunos madrugadores disfrutan de los primeros rayos de sol frente a esas “reservas silenciosas” que delimitan territorio, como si el Mediterráneo pudiera ser conquistado a base de madrugones y trastos.
Este verano, y ya van diez desde que se reguló esta práctica, la Policía Local de Torrox continúa vigilando de cerca estas ocupaciones indebidas del espacio costero. Reservar sitio en la playa dejando objetos personales sin presencia humana puede suponer sanciones de hasta 300 euros. Se trata de una costumbre tan común como incívica, que infringe la