Volvemos inevitablemente sobre la corrupción. El tema ya fue tratado en este espacio el último domingo. El punto de partida es que resulta prácticamente imposible que en organizaciones en las que intervienen miles de personas y se manejan recursos multimillonarios no aparezcan los desvíos de fondos justificados con el caballito de batalla del financiamiento de la política, es decir del funcionamiento de la propia organización. Decirlo no implica banalizar el problema, mucho menos llegar a la conclusión sonsa de que “todos roban” o a la simplificación de que “es inherente al sistema”. Los desvíos de fondos son un problema real a combatir en cualquier organización, y no sólo por razones morales. Para ello se desarrollaron los sistemas de control, que incluyen la última instancia del sistema

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