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La práctica de fingir demencia no es solo un gesto cotidiano de existencia, sino también una pasión por la ignorancia con efectos profundos sobre la subjetividad. Entre la defensa psíquica necesaria y la repetición mortífera que niega la responsabilidad, se juega hoy buena parte de nuestra salud mental y social, en un contexto donde la medicalización y la mercantilización refuerzan esta lógica del “no querer saber”.

Situar en un breve recorrido escrito la práctica de la pasión por la ignorancia, con su nombre común, fingir demencia, es un desafío complejo, dado que es una praxis cotidiana y universalmente humana, con consecuencias significativas para el psiquismo y la vida cotidiana.

Destacaremos la importancia de esta pasión en sus dos caras: la deseada y la inmunda. La última se e

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