Es cierto que el silencio puede ser signo de debilidad, pero cuando hablar te expone a un riesgo mayor y hay mucho por perder, callar se convierte a veces en la mejor opción. En política, el silencio no siempre es vacío: puede ser táctica. Hablamos de estrategia y efectividad en un contexto de crisis, que siempre deja consecuencias reputacionales, institucionales y electorales. El punto es cuánto será el daño.
En la última semana, el Gobierno de Javier Milei se vio expuesto al mayor escándalo desde su asunción, que pone en jaque su capital simbólico y golpea una vez más su principal bandera y promesa electoral: “barrer con la casta corrupta”. Una de las personas señaladas no solo es parte de su Gobierno: comparte su mismo ADN.
Lo cierto es que una mancha no te hace tigre, pero la sumator