El clima ha cambiado en la Casa Rosada. Javier Milei y los libertarios venían conjeturando que las próximas elecciones podrían ser la llave que abriera paso a las reformas profundas (tributaria y laboral) que se propone el Gobierno. También, el trampolín para la relección en 2027. Aquel optimismo viene dando paso a una cautela marcada que, a veces, se confunde con temor. Nadie duda todavía sobre la victoria del 26 de octubre. Todos dudan acerca de que ocurrirá el 7 de septiembre en Buenos Aires.
Ese estado de ánimo vacilante se transmite en forma de turbulencia al terreno más sensible del Gobierno: la economía. El dólar vuelve a flotar sobre el techo de la banda superior acordada con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Es difícil que en el tránsito electoral no se refleje, siquiera m