El desastre humano, ético, ambiental y cultural que atestiguamos en Gaza, a distancia pero en vivo, corona la era del colonialismo y confirma que el homo sapiens occidental no aprende, no escarmienta y no tiene remedio. Siempre gana matando. Por simplificar, convengamos que el colonialismo, de estricta matriz europea, consiste en que una nación se arroga el “derecho divino” de ocupar la tierra de otros, a quienes deshumaniza, aniquila o esclaviza para expandir la dimensión de su dominio.

Israel es el más reciente eslabón de una larga historia criminal, habitualmente impune (a excepción de los nazis, que mataron puros europeos, aunque de segunda, y eso no se perdona). Bajo la mirada de Occidente, el resto del mundo ha sido escenario del horror colonial, entre cuyos mejores comentaristas te

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