Colombia y Brasil fueron sacudidos este año por decisiones judiciales que apuntaron directamente a lo más alto del poder político: expresidentes. Álvaro Uribe, presidente de Colombia entre 2002 y 2010, fue condenado en agosto a 12 años de prisión domiciliaria tras ser hallado culpable de fraude procesal y soborno a testigos, lo que lo convirtió en el primer exmandatario del país en ser condenado en un juicio. En el caso de Jair Bolsonaro, el exjefe de Estado está siendo enjuiciado por el Tribunal Supremo de Brasil por un presunto complot para anular los resultados de las elecciones presidenciales de 2022, aunque él niega los cargos.
El alto perfil de ambos casos podría remodelar la política nacional en Colombia y en Brasil, países donde habrá elecciones presidenciales en 2026, y tener un