El régimen de Nicolás Maduro enfrenta una crisis sin precedentes tras la llegada de la flota naval militar de Estados Unidos al mar Caribe. El 2 de septiembre, las autoridades estadounidenses informaron sobre el derribo de una embarcación que supuestamente partió de Venezuela con un cargamento de drogas. Se reporta que 11 personas perdieron la vida en este incidente.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció desde la Casa Blanca: “Al salir de la sala, verán que, en los últimos minutos, literalmente derribamos un barco, un barco que transportaba drogas, con mucha droga”. Trump calificó la operación como un “ataque letal” y destacó la importancia de la acción militar, afirmando que “tenemos una gran cantidad de drogas entrando a nuestro país, desde hace mucho tiempo. Estas salieron de Venezuela”.
En respuesta a estas declaraciones, el presidente colombiano Gustavo Petro utilizó su cuenta de X para informar sobre una operación de inteligencia naval en la que se incautaron 4,5 toneladas de cocaína al sur de Puerto Rico. En su mensaje, Petro subrayó que se capturaron ciudadanos dominicanos, colombianos y ecuatorianos, y cuestionó la legitimidad del ataque estadounidense: “Si esto es verdad, es un asesinato en cualquier parte del mundo”.
Petro también enfatizó que “llevamos décadas capturando civiles que transportan drogas sin matarlos”, señalando que los verdaderos narcotraficantes son a menudo jóvenes de escasos recursos.
El secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, también se pronunció sobre el operativo, confirmando que el ejército estadounidense llevó a cabo un ataque letal contra un barco de drogas que había salido de Venezuela, operado por una organización narcoterrorista designada.
Este suceso marca un punto crítico en las relaciones entre Estados Unidos y Venezuela, así como en la lucha contra el narcotráfico en la región.