
“Pronombres actualizados: Ella/ Despedida”. Así, de esta manera, el secretario de Defensa de EEUU, Pete Hegseth, ha reaccionado en X a una publicación con un pantallazo del perfil profesional de Janelle Marra, hasta ahora subdirectora médica de atención a personas transgénero de la Marina y directora de servicios médicos del centro médico expedicionario Bravo.
El Departamento de Defensa no ha informado oficialmente de las consecuencias del post del jefe del Pentágono, y si ese despido tiene que ver con su puesto en el cuerpo médico o con expulsarla a Marra de la carrera militar. En ambos casos, los protocolos van más allá de un post en X.
“La comandante de la Marina Janelle Marra, natural de Massachusetts, comenzó su servicio naval en el programa de becas para profesiones sanitarias en 2004”, se lee en su biografía . “Actualmente ocupa el cargo de oficial médico superior de las clínicas médicas del MCRD-SD, subdirectora médica de atención a personas transgénero de la Marina y directora de servicios médicos del centro médico expedicionario Bravo”, dice la biografía de Marra.
Usuarios ultras de las redes sociales pidieron a Hegseth que investigara este puesto de trabajo relacionado con las políticas de diversidad que seguía prestando servicio en un centro naval varios meses después de la llegada de la Administración Trump.
En todo caso, el presidente de EEUU, Donald Trump, regresó a la Casa Blanca con una cruzada contra los derechos LGTBI, uno de sus principales caballos de batalla en su regreso a la Casa Blanca , y al poco de jurar firmó varios decretos para reformar el Ejército, entre los que se encontraba uno que pretendía establecer las bases para la prohibición de las personas trans en las fuerzas armadas.
Así, Trump ordenaba al titular de Defensa, Pete Hegseth, una revisión la política del Pentágono sobre las personas trans. “El servicio militar debe reservarse para quienes estén mental y físicamente aptos para el deber”, escribía el mandatario.
En el decreto, Trump patologizaba a las personas trans y citaba la premisa del departamento de Defensa que establece que los miembros deben de “estar libres de cualquier condición médica o defectos físicos que pueda esperarse razonable que se espera un tiempo excesivo fuera del deber por un tratamiento u hospitalización”.
Al tratar las personas trans como personas con problemas mentales, Trump alimenta aún más el estigma sobre el colectivo, el cual aún lucha por la despatologización de su identidad. No fue hasta 2018 cuando la OMS dejó de considerar la transexualidad como un trastorno mental.
“Expresar una ”identidad de género“ falsa que difiera del sexo de una persona no puede cumplir con los rigurosos estándares necesarios para el servicio militar”, expone el decreto, y dice que: “Más allá de las intervenciones médicas hormonales y quirúrgicas implicadas, adoptar una identidad de género inconsistente con el sexo de un individuo entra en conflicto con el compromiso de un soldado con un estilo de vida honorable, veraz y disciplinado, incluso en su vida personal. La afirmación de un hombre de que es una mujer, y su exigencia de que otros respeten esta falsedad, no es consistente con la humildad y el desinterés requeridos de un miembro del servicio”.
El decreto también ponía fin “inmediato” al uso de los pronombres personales que no se correspondan con el sexo biológico al nacer. La orden también establecía que las mujeres trans debían dejar de utilizar o compartir “instalaciones para dormir, cambiarse o bañarse designadas para mujeres”, y los hombres trans no podrán hacer lo mismo con aquellas instalaciones destinadas a los hombres cisgénero. El reverso de esta media sugiere que las mujeres trans tendrán que compartir espacios con los hombres cis, del mismo modo que los hombres trans deberán compartir espacio con las mujeres cisgénero.