El siniestro es "una de las mayores tragedias de nuestra historia reciente", según el primer ministro, Luís Montenegro
Portugal identifica a los fallecidos en el accidente del funicular de Lisboa: las víctimas son de ocho nacionalidades
Antonio Azevedo, de 45 años, estaba el miércoles por la tarde en la plaza Restauradores, en el centro de Lisboa, tratando de reunir turistas para llevarlos de paseo en tuctuc cuando escuchó un ruido parecido al que hacen los envases de vidrio cuando caen a decenas en los camiones de basura. Azevedo miró a los lados, pero por allí no había ningún camión. A 100 metros de su vehículo vio el humo elevarse desde la estación del funicular Elevador da Glória.
Cuando Azevedo y los comerciantes locales corrieron hacia el lugar descubrieron que uno de los tranvías de Glória había descarrilado y se había estrellado contra un edificio de la Avenida da Liberdade, la arteria principal de Lisboa.
Conmocionados, desorientados y sin saber qué hacer en medio de los gritos y llantos, Azevedo y el resto de personas que acudieron a ayudar comenzaron a recoger piezas de metal del suelo preguntándose si debían levantar lo que quedaba de la estructura principal del coche, por si acaso quedaban supervivientes atrapados debajo. Uno de los compañeros de rescate le pasó a Azevedo a un niño ensangrentado, que lloraba y llamaba a su padre. La policía y los bomberos llegaron poco después y les ordenaron que no tocaran ni movieran nada.
“Recuerdo mirar alrededor; los llantos y los gritos habían dado paso a un silencio absoluto”, relata. “Había una montaña de cuerpos que no pedían ayuda, ya no se movían; algunos estaban destrozados, nunca vi nada igual”, dice.
Mohammad Farid también bajó corriendo de su tienda de souvenirs en la plaza Restauradores para ayudar. Pero, para muchos, ya era demasiado tarde. “Queríamos rescatar a la gente, salvar vidas”, cuenta. “Pero nadie pedía ayuda porque estaban muertos, murieron en cuestión de segundos”, añade.
El lugar del accidente, donde 16 personas fallecieron y otras 21 resultaron heridas, se llenó de flores y velas en la mañana del jueves para honrar a los muertos y conmemorar el día de luto nacional declarado por el Gobierno portugués.
La lista de personas afectadas por la catástrofe reflejaba su dimensión internacional. Además de los ciudadanos portugueses, en el hospital se ha atendido a heridos de Canadá, Cabo Verde, Francia, Alemania, Italia, Marruecos, Corea del Sur, España y Suiza. En un comunicado, la Policía Judicial (PJ) ha detallado este viernes que los fallecidos son cinco portugueses, tres británicos, dos canadienses, dos surcoreanos, un francés, un estadounidense, un suizo y un ucraniano.
Un grupo de vecinos de la zona habla sobre las posibles causas de la tragedia. Una de ellas es la anciana de 80 años Argentina Pereira, que en la década de los setenta trabajó en el Hotel Suisso Atlântico de la Rua da Glória, donde descarriló el tranvía. Pereira habló de la presión ejercida sobre el funicular en la última década, durante la cual Lisboa se ha consolidado como una de las principales atracciones turísticas de Europa.
“Yo cogía el funicular cuatro veces al día [entonces]”, dice. “Era una época maravillosa y diferente; ahora permiten subir a más de 40, pero entonces no podían viajar más de 20 personas a la vez; probablemente 40 sea demasiado, y si quieren hacerlo así, deberían tener inspecciones periódicas cada dos semanas”, dice.
Azevedo también opina que la tragedia debería tener como consecuencia que se realicen más revisiones. “Las ciudades que reciben muchos turistas deben garantizar unos niveles de seguridad altos en este tipo de infraestructuras”, dice. “Se trata de una infraestructura antigua y alguien tiene que responder por lo ocurrido”, agrega.
Carris, la empresa municipal de transporte público que opera el servicio, sostiene que “todos los protocolos de mantenimiento” fueron respetados, incluidas las inspecciones diarias y los programas semanales y mensuales de revisión.
“Podríamos haber sido nosotros”
Pero algunos visitantes de Lisboa explican que al ver el funicular prefirieron no subirse. De vacaciones en la capital portuguesa con su esposa Brenda, el australiano John Heron, de 75 años, cuenta que unos días antes del accidente había visto los tranvías desde lo alto de la Rua da Glória y que su aspecto le había parecido “poco fiable”.
“En Australia contamos con sistemas de regulación de muy alta calidad, pero no estoy seguro de que ocurra lo mismo aquí en Portugal o en muchas infraestructuras antiguas de Europa”, plantea. “Cuando vi por primera vez el funicular de Glória, me pareció muy inseguro, no soy ingeniero, solo era una sensación. Cuando vi las noticias pensé: ‘Menos mal que ayer por la tarde nos quedamos en el hotel, quién sabe si hubiéramos decidido subir al funicular”.
El español Cristián Morgado, de 31 años, también da gracias por su suerte. Tenía previsto subir al funicular con su pareja, Soraya Navarro, de 30, el miércoles por la tarde. Al final, decidieron ir por la mañana. “Desde que vimos lo que pasó, no podemos dejar de pensar que podríamos haber sido nosotros”, señala.
Pese al siniestro, calificado por el primer ministro Luís Montenegro como “una de las mayores tragedias” de la “historia reciente” de Portugal, Morgado no cree que los turistas vayan a dejar de acudir a Lisboa. “No creo que afecte mucho al turismo”, dice. “España vive una situación similar con el exceso de turismo, y ahora tenemos un grave problema con los carteristas, los extranjeros lo saben y eso no les ha disuadido”. En su opinión, los visitantes foráneos probablemente olviden lo ocurrido en cuestión de semanas. “Los portugueses no, pero los turistas sí”, vaticina.
Traducción de Francisco de Zárate.