El mercado laboral en Estados Unidos muestra señales preocupantes. En agosto, la economía solo creó 22.000 empleos, lo que representa una drástica desaceleración en comparación con meses anteriores. La tasa de desempleo subió a 4,3%, el nivel más alto en casi cuatro años, según el informe de la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS). Este informe también reveló una revisión a la baja de los datos de junio, donde se reportó una pérdida de 13.000 empleos, marcando el primer mes negativo en creación de empleo desde diciembre de 2020.
Los datos de julio fueron ajustados ligeramente al alza, pasando de 73.000 a 79.000 empleos creados. Sin embargo, la tendencia general indica un enfriamiento del mercado laboral. Los futuros bursátiles reaccionaron de manera mixta tras la publicación de estos datos, con el Dow cayendo 60 puntos, mientras que el S&P 500 y el Nasdaq 100 mostraron ligeras ganancias.
Además, el informe JOLTS de julio reveló que por primera vez desde abril de 2021, hay más desempleados que vacantes de empleo, con una proporción de 0,99. Este cambio sugiere que las empresas están moderando sus contrataciones tras un periodo de expansión. Factores como la política monetaria restrictiva de la Reserva Federal y la transformación tecnológica están contribuyendo a esta situación.
Los economistas advierten que un mercado laboral con poca rotación es vulnerable a shocks económicos. La competencia por los pocos puestos disponibles se intensifica, lo que podría frenar el crecimiento salarial. Aunque no se anticipa una recesión inmediata, los analistas coinciden en que la economía se está ajustando tras un periodo de estímulos masivos y expansión postpandemia.
La situación actual plantea un nuevo equilibrio en la relación entre empresas y empleados, donde las empresas podrían tener mayor poder de negociación. La clave estará en observar cómo evoluciona esta relación en los próximos meses, especialmente si la inflación sigue moderándose.