El accidente del funicular de Lisboa, ocurrido el pasado miércoles, ha dejado un saldo trágico de 16 muertos y 23 heridos. Según un informe preliminar del Gabinete de Prevención e Investigación de Accidentes de Aeronaves y Accidentes Ferroviarios (GPIAAF), la causa del siniestro fue la rotura del cable subterráneo que unía los dos vagones del funicular. Este cable cedió en su punto de fijación en la cabina que descarriló, lo que provocó que el guardafrenos no pudiera detener la cabina a tiempo.

El accidente se produjo poco después de las seis de la tarde, cuando una de las cabinas había recorrido apenas seis metros desde su salida de la parada de San Pedro de Alcántara. En ese momento, el cable que conectaba la cabina en descenso con la que ascendía se rompió. El informe del GPIAAF señala que el guardafrenos, André Marques, activó tanto el freno neumático como el manual, pero estos no lograron detener el movimiento de la cabina, que descendió a una velocidad de 60 kilómetros por hora.

Los inspectores del GPIAAF realizaron una inspección visual pocas horas antes del accidente y no encontraron defectos en los sistemas de freno ni en otros componentes accesibles. Esto sugiere que la empresa encargada del mantenimiento del funicular no falló en la detección de anomalías. Sin embargo, los especialistas advierten que los frenos no son suficientes para inmovilizar las cabinas si no están equilibradas a través del cable de conexión.

El funicular, que normalmente realiza el trayecto en dos minutos, descendió en solo 50 segundos antes de empotrarse contra un edificio. El GPIAAF ha indicado que aún no se pueden determinar las causas exactas de la rotura del cable y ha anunciado que se publicará un informe más detallado en un plazo de 45 días. La investigación en curso examinará diversos aspectos, incluyendo el diseño del funicular, el estado de los sistemas de freno y los procedimientos de mantenimiento.