El clima de dudas y escepticismo que sobrevuela la Argentina desde hace casi dos años, este domingo –y era hora– devino esperanzador gracias a la certeza y nueva comprobación de que este pueblo no se suicida así nomás .

Por más que metió la pata hasta el cuadril al encumbrar a una banda de místicos corruptos –y sin haber producido aún el gran cambio político, social y sobre todo moral que como joven y riquísima nación nos merecemos casi 50 millones de compatriotas– el gran Pueblo Argentino este domingo se dio un magnífico ejemplo a sí mismo.

Fue gracias a ello que la grosera y cipaya necedad política de fachos y cavernícolas propios, en grotesca connivencia con el oportunismo inmoral y violento del capitalismo mundial contemporáneo, al menos esta vez pudieron ser vencidos moralmente

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