La gobernabilidad, entendida como la capacidad de los Estados para responder eficazmente a las demandas de sus sociedades, se encuentra en un momento crítico a nivel global. La interconexión entre crisis políticas, sociales y económicas ha evidenciado que incluso las democracias consolidadas enfrentan dificultades crecientes para mantener la estabilidad y la legitimidad de sus instituciones. Ejemplos recientes en Francia y Nepal ilustran de manera clara cómo la fragilidad de la gobernanza trasciende fronteras, contextos y niveles de desarrollo.
En el caso francés, la llamada “crisis de gobernabilidad” ha escalado a partir de una combinación de factores estructurales y coyunturales. Francia, tradicionalmente un referente de estabilidad política en Europa Occidental, enfrenta una profunda f