Mi hijo no estudia en un gueto. Mi hijo, que tiene autismo, que es incapaz de hablar, de leer, de lavarse los dientes o vestirse al derecho, acude feliz desde hace más de una década a un colegio de educación especial. En ese colegio se esfuerza por entender un mundo extremadamente hostil para él, le ayudan a ganar autonomía, a regularse emocionalmente, a expresarse mejor. Allí cuida el huerto, limpia coches, cocina. Y constantemente salen del centro y visitan cafeterías, tiendas o parques del entorno.

Mi hijo tiene 19 años. Ya en tercero de Infantil vimos que no podía pasar a Primaria, que no tenía sentido, que en su colegio ordinario no tenían medios por mucho que fuera a un aula TGD, que estaría mejor en un centro especial. Pude elegir un nuevo camino para él y con el tiempo comprendí h

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