El deterioro en las relaciones del Gobierno de Pedro Sánchez con el Estado de Israel a cuenta de la guerra en Gaza, que ya se ha cobrado más de 60.000 víctimas civiles, está siendo tan grave que la ruptura oficial ya no se contempla como un escenario de ficción. El desastre que traería esa medida de no retorno es innegable, aunque, a la vista de los acontecimientos, nada se antoja imposible. Esta semana estamos viendo una radicalización tal de la postura oficial (por otro lado, legítima) en defensa de la causa palestina y de la suya que propia que nadie se atreve a aventurar lo que está por venir.

En declaraciones a LA RAZÓN, un diplomático veterano que pide no ser identificado, asegura que « lo último que hay que romper son los canales diplomáticos. Si los rompes, quedas en manos de t

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