En el caos abrasador del Puente de la Concordia, donde el fuego devoró sueños y vidas, Alicia Matías Teodoro se convirtió en un faro de amor inquebrantable. Esta abuela de 54 años, checadora de combis en el paradero de Santa Marta, Iztapalapa, no dudó en cubrir con su cuerpo a su nieta Zule, de apenas dos años, cuando una pipa con 49 mil 500 litros de gas LP explotó.
Hoy, Alicia lucha por su vida en terapia intensiva, con quemaduras en el 98 por ciento de su cuerpo, mientras Zule, su “azul”, permanece estable, con heridas en rostro, brazos y piernas. En medio del dolor, la historia de esta abuela heroica se ha convertido en un símbolo de sacrificio y amor familiar, resonando en los corazones de una comunidad marcada por la tragedia.
El momento del estallido fue un infierno en vida. La ex