Los submarinos son la pieza que no se ve del tablero, pero condiciona cada jugada. Su capacidad de operar de forma sigilosa y prolongada bajo el agua les permite vigilar, disuadir y, llegado el caso, atacar por sorpresa mientras protegen áreas estratégicas sin ser detectados . Su sola posibilidad obliga a cualquier adversario a dedicar recursos constantes a defensa antisubmarina , sensores y patrullas, encareciendo cada movimiento. Esa presencia oculta, más que espectacular, cambia el cálculo: quien no los tiene puede temerles, y quien los tiene puede obligar al rival a cubrirse incluso sin certeza de que estén allí.

Ese juego está cambiando con la llegada de los submarinos autónomos. Estas plataformas, diseñadas para operar sin tripulación, amplían el alcance de las misiones más deli

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