El pueblo de , y con él todo el municipio , está con una herida abierta: el que por más de tres décadas custodiaba la plaza Diego Ibarra ya no existe. Lo que fuera obra del insigne artista, docente e investigador del arte rupestre Armando Sasarabicoa Torres Villegas, erigida en 1994 para conmemorar los 300 años de fundación de Guacara, yace hoy reducido a escombros.
Ese mural no era un . Era la puerta de entrada simbólica a las montañas de Vigirima, donde laten en piedra los petroglifos milenarios que la hacen un espacio singular dentro de nuestra región Tacarigüense y del patrimonio arqueológico de Venezuela. Era también un espejo en el que se miraba la comunidad: un recordatorio visible de nuestra riqueza cultural, de la identidad que nos amarra a la tierra y al tiempo profundo.
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