La oposición venezolana se encuentra en una situación crítica, marcada por la creciente represión interna y la tensión entre Caracas y Washington. En medio de esta crisis, la oposición denuncia una política que intensifica la persecución de voces disidentes, mientras sus filas se fragmentan debido a diferencias estratégicas. Esta fragilidad coincide con el reciente despliegue de ocho destructores y un submarino nuclear de la Armada estadounidense en el Caribe, en operaciones antidrogas, tras acusar al presidente Nicolás Maduro de liderar el Cártel de los Soles, una acusación que Maduro rechaza categóricamente.
El profesor Benigno Alarcón, especialista en gerencia pública, conflicto y negociación, señala que Estados Unidos ha adoptado una postura diferente a la de sanciones previas, lo que ha generado preocupación en la élite gubernamental venezolana. "Esto denota un juego completamente distinto", afirma Alarcón. La oposición, por su parte, se siente atomizada y condicionada por la persecución, lo que ha llevado a muchos a la autocensura, el exilio o la cárcel. Mientras tanto, el Gobierno acusa a los opositores de conspiración y desestabilización.
La escalada de tensión con EE.UU. llega en un momento crítico para la oposición. Desde las elecciones de 2024, cuando Edmundo González buscaba la presidencia, la situación ha cambiado drásticamente. Tras la reelección de Maduro, cuestionada por observadores internacionales, la oposición convocó protestas exigiendo un conteo de votos. Sin embargo, el Consejo Nacional Electoral y el Tribunal Supremo de Justicia defienden la legitimidad de los resultados.
González se encuentra exiliado en España, mientras que muchos líderes opositores están detenidos sin juicio. María Corina Machado, quien logró unificar a la oposición, ha declarado que la disidencia ha entrado en una fase clandestina. Aunque ha estado ausente de actos públicos, mantiene su voz en medios internacionales. El 9 de enero, durante una concentración en Caracas, denunció haber sido detenida, aunque el Gobierno niega el incidente.
Machado mantiene vínculos con el Gobierno de EE.UU. y otros aliados internacionales, representando a las fuerzas democráticas en Venezuela. En contraste, el Gobierno de Maduro defiende su legitimidad y los resultados de las elecciones. Machado no ha comentado sobre el despliegue naval estadounidense, pero ha respaldado las acusaciones contra Maduro, afirmando que "el tiempo de Maduro terminó".
Diosdado Cabello, ministro de Interior y Justicia, ha amenazado con represalias contra Machado si la tensión con EE.UU. continúa. Machado, en una entrevista reciente, aseguró que cada día se "cierra el cerco" contra el régimen de Maduro. Henrique Capriles, otro líder opositor, rechazó cualquier intervención militar y abogó por una negociación directa entre Maduro y Trump.
El ex presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, también se ha pronunciado, afirmando que "no habrá impunidad para Maduro". Según Alarcón, el Gobierno ha intensificado la represión contra cualquier actor que pueda amenazar su control interno. La ONG Foro Penal reporta que, a finales de agosto, había 823 presos políticos en Venezuela, de los cuales 170 son militares. La situación actual refleja un clima de miedo y represión, donde la oposición lucha por mantenerse unida y visible en medio de la adversidad.