La gigantesca dimensión de la Champions da cabida a múltiples aspectos, pero en el fondo, más allá del brillo que emite, la difusión mediática, los dinerales que mueve y la colección de estrellas que reúne, no deja de ser fútbol. Así que en su seno acaban aflorando los mismos sentimientos que dan forma y ambientan cualquier partido. San Mamés fue este martes testigo de que tiene un equipo que hasta cuando no anda fino es capaz de dar la talla y, por qué no, de discutir el pronóstico más abrumador. Saltó al campo dispuesto a pelear por todo, convencido de que sus armas son perfectamente válidas para tutear a un transatlántico, una de las entidades más poderosas del continente, y lo llevó a cabo. Tener la oportunidad de asistir a esa demostración de personalidad en ocasión tan singul

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